Ruca con más de 600 años de antigüedad será
preservada en su lugar de origen

A fines de junio se encontró en la zona de Angachilla, en Valdivia, una ruca que dataría del período Alfarero Tardío, con más de 600 años de antigüedad. A pesar de que los restos se encontraron en una futura zona de construcción de viviendas, éstos serán preservados dentro de un área verde.

Luego de una denuncia ciudadana al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), a principios del 2019, por los trabajos de construcción que se estaban llevando a cabo en una zona donde se encontró restos arqueológicos, el CMN solicitó la investigación del caso.

Como relata Rodrigo Mera, arqueólogo responsable de las excavaciones de rescate de la zona donde se halló la ruca, en un principio se encontraron fragmentos de cerámicas y se definieron un par de áreas con mayor densidad de materiales culturales, las cuales, luego de comenzar los sondeos, fueron creciendo hasta unirse “entonces quedó un gran sitio de casi 5 hectáreas como resultado de la caracterización”, explica el arqueólogo.

“Había un gran sitio del período Alfarero Tardío, es decir, antes de la llegada de los españoles”, afirma Mera. En el sur de Chile, el período Alfarero Tardío hace referencia a un momento entre el 1000-1300 d.C. hasta el arribo europeo, es decir, hasta los años 1540-1550. Las poblaciones que vivieron en ese período son los ancestros de la que hoy conocemos como la cultura Mapuche.

Según cuenta el arqueólogo, los procesos durante el 2019 siguieron y este año, luego de que el CMN aprobara los informes respectivos, se les pidió hacer el rescate del sitio. “Era un área considerable la que había que rescatar, nos pidieron excavar cerca de 300 metros cuadrados de rescate”, expone.

Pero cuando estaban terminando de realizar los trabajos, apareció un hallazgo inesperado, lo que implicó pedir una ampliación al permiso del CMN, para evaluar este nuevo registro.

“Se trataba de una secuencia lineal de improntas de hoyos de poste” explica Mera y añade que se trata de manchas oscuras en el suelo, con formas bastante definidas, muy próximas entre sí, a unos 30 cm de distancia aproximadamente, y que con eso pudieron interpretar que podían ser improntas de postes de una estructura mayor.

“Encontramos algo muy parecido o como debiera quedar una ruca después de que pasó el tiempo, cientos de años y quedan solamente los restos”, relata el arqueólogo y afirma “todo el material que aparecía era doméstico, habitacional, bueno, uno sabe que la gente vivía ahí y se instalaba, pero uno ignora de qué manera”.

En este caso, a diferencia de los anteriores descubrimientos de rucas, se pudo ver la estructura completa de ésta, “es de planta elíptica y se cierra casi completamente”, asegura el experto.

Por otro lado, Mera expone que los restos culturales encontrados corresponderían principalmente a la cultura Mapuche-Williche, que es el pueblo originario que habita la zona.

Este descubrimiento entregó importantes conclusiones sobre la forma de habitar, como por ejemplo, que los habitantes de esa zona tenían una vinculación directa con el humedal, lo que se pudo deducir gracias a los restos encontrados de una mezcla de barro y paja, parecido al adobe, en otro sector cercano a la ruca, que probablemente fue utilizada para cubrir las paredes de otras estructuras, lo que por su lado aporta nueva información sobre las formas de construcción que había en la época, “nuestra interpretación es que estos restos también son restos estructurales y nos muestra cómo se hacían las casas en el pasado, y nos muestra además que hay una variabilidad, hay rucas que tienen este barro-paja y otros sectores donde no se usa […] quiere decir que hacían las casas de distintas maneras”, declara el arqueólogo y añade “entonces ese material, no solo te muestra algo que quedó materialmente del pasado, sino que muestra además una tecnología y una manera de habitar el espacio”.

 “Ese vínculo que muestra esta ocupación con el humedal, en cuanto a las posibilidades de recursos, la posibilidad de moverse […] nos está mostrando a las personas del pasado relacionadas claramente con su ambiente. Una vez más el referente interpretativo para nosotros son las culturas originarias”, explica Mera.

Por otro lado, actualmente se encuentra cercano a la ruca un árbol de laurel o triwe (árbol significativo para los Williche). Es probable que haya habido más árboles de este tipo en el sector, durante la utilización de la ruca. De esta forma, el actual laurel entrega una posible imagen de cómo pudo haberse visto el paisaje en esa época.

Desde el punto de vista del experto, los pueblos que vivieron hace 600 años en la zona supieron adaptarse y habitar el ambiente armónicamente, “este hallazgo también pone en valor ese conocimiento del pasado que ya no tenemos tan fácilmente, que es la vinculación con el ambiente. Ese también es un desafío para nosotros, demostrar que eso estaba presente en la cultura de la época, una convivencia más armoniosa y adecuada con el medio ambiente, con el humedal en este caso, entonces ahí hay una enseñanza que hay que rescatar”, señala.

Su relevancia

Sobre la relevancia de este hallazgo, Mera expone dos puntos, el primero es que es poco común encontrar restos estructurales de viviendas y que este importante descubrimiento se dio gracias a una mezcla del trabajo de análisis de los resultados de la caracterización inicial, la experiencia y un poco de suerte, ya que se intervino menos del 1% del terreno y además porque las condiciones climáticas y del suelo del sur de Chile no son favorables para la preservación de las estructuras orgánicas como la madera.

Sobre esto, el arqueólogo afirma que este sería el tercer descubrimiento de estructuras habitacionales bien definidas en el sur del país, “entonces, lo primero es que no es un hallazgo común, no todos los días se encuentran rucas o viviendas antiguas o restos estructurales de la vida del pasado. Los materiales, todo lo que estamos encontrando, además, nos ubican bien temporalmente, sale muy poco material hispano en toda esta área, restos de botijas y mayólicas que son los principales referentes materiales, pero son muy escasos, la gran mayoría del registro es parte del período Alfarero Tardío”, explica.

Y el segundo punto para Mera, es que gracias a la voluntad de la constructora y del Serviu, se decidió modificar el proyecto de manera tal que la ruca quedará dentro de un área verde, evitando que sea excavada, y por lo tanto destruída, totalmente.

“Pocas veces ocurre que exista la posibilidad de que técnicamente se haga el esfuerzo por parte del mandante y se modifique el proyecto” declara el experto y agrega “en ese sentido, viene a ser un ejemplo de que sí se puede, con voluntad si se pueden modificar los proyectos, todo tipo de proyecto, en este caso habitacional, un proyecto que tiene más de 400 casas […] Ese también es un logro, es un aporte, no de los arqueólogos, sino de las otras instituciones que están involucradas”.

Poner en valor el patrimonio

Sobre la situación actual, el arqueólogo relata que las excavaciones de rescate en la zona se terminaron y que la empresa constructora ya comenzó sus trabajos, con monitoreo arqueológico y con el área de resguardo en torno a la ruca.

Finalmente, Mera expone que la última etapa de este proceso es la puesta en valor del hallazgo, “una vez que ya se ha decido conservar, este hallazgo tiene que ponerse en valor, es la última etapa de este proceso. Se trata de algo que está ahí todavía, que no fue sacado y llevado a los museos”, manifiesta y afirma “queda un área que se va a proteger al interior y exterior de la ruca, entonces cómo se conserva y cómo se pone en valor, es algo que hay que construir de aquí a un mediano plazo”.

Para el experto, esa construcción de valor involucra a la gente que luego vivirá en ese sector, a los organismos como el Serviu y la municipalidad, y a las comunidades Mapuche, ya que esto es parte de su patrimonio material e inmaterial también. “Mi visión es que este es patrimonio Mapuche- Williche y de alguna manera lo estamos poniendo en valor también, y eso también nos interesa y por eso digo que es bueno que sea conservado, porque la puesta en valor es algo que hay que construir y ojalá entre todos […] ese es el desafío a futuro”, concluye.

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