Corrales de pesca de la X Región: La historia tras su reconocimiento como Monumentos Nacionales de Chile

El pasado 10 de abril el Consejo de Monumentos Nacionales declaró a los Corrales de Pesca ubicados en el sur de Chile como Monumento Nacional, en su calidad de Monumento Arqueológico. El proceso para llegar a esta declaratoria no fue fácil. Una batalla liderada por la comunidad de Pichiquillaipe, junto al arqueólogo Ítalo Borlando, un corral destruido por una empresa privada, y después de informes y gestiones para defender este patrimonio local, fueron parte de los hechos ocurridos durante estos cuatro años de trabajo. A continuación, la historia contada en primera persona por Borlando.

Los corrales de pesca, corresponden a construcciones ubicadas en la zona del intermareal, consisten en muros de piedra, varas y ramas, u otras materiales, que funcionan como trampas para peces al ser inundados por las mareas altas y despejados al producirse las bajas. Corresponde a un arte de pesca bastante extendido en el mundo, sin embargo en nuestro actual territorio nacional se acotan al mar interior desde el seno de Reloncaví hasta Tierra del Fuego. Fueron mencionados por primera vez por las crónicas de Jerónimo de Vivar durante la conquista española, tras lo cual se pueden encontrar diversos documentos de cronistas, viajeros, sacerdotes, a lo largo de los siglos que hacen referencia a ellos. Su uso fue documentado para los diversos grupos indígenas que habitaron el sur del país; chonos, kawéskar (alacalufes), yámanas (yaganes), huilliche y posiblemente selk’nam (onas), siendo su uso posteriormente adoptado por la población mestiza, especialmente en el área de Chiloé, ocupándose hasta tiempos históricos recientes.

Este tipo de estructuras marinas comenzó a estudiarse desde nuestra disciplina a partir del año 2004, cuando el estudio pionero de Doina Munita y colaboradores abordan este antiguo arte de pesca, confirmando su carácter arqueológico. Además no solo se aporta con el registro y análisis de 22 corrales de pesca, sino que también se entregan importantes antecedentes históricos que demuestran el origen indígena de este ancestral método de pesca. Posteriormente el año 2008, parte del  mismo equipo de investigadores liderados por Ricardo Álvarez publican el libro “corrales de pesca de Chiloé”, profundizando el estudio de este tipo de estructuras, y correspondiendo a la mayor síntesis que se ha escrito sobre el tema. Otros trabajos que abordan directa o indirecta el tema corresponden a los trabajos de Omar Reyes y colaboradores para al área del archipiélago de Los Chonos, mientras que en Tierra del Fuego destacan los trabajos de Jimena Torres.

Otro hito importante en la protección y visibilización de los corrales de pesca, corresponde a la declaratoria que en el año 2005 realiza el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, declarando como Monumento Histórico el complejo patrimonial conformado por los corrales de pesca de piedra, ubicados en las playas comprendidas entre Punta Concura y Alto Lamecura, en la Isla de Chiloé. En 2009 hizo lo mismo con los corrales de pesca y conchales arqueológicos, ubicados en la Isla Chala, también en Chiloé.

No obstante, y pese a estos antecedentes, la tarea no fue fácil cuando los vecinos de Pichiquillaipe, sector rural de la carretera Austral, X Región, se propusieron proteger los corrales de pesca ubicados en su zona en 2013. “Éstos corrales se habrían dejado de utilizar hacia 1950 y tendrían cerca de 100 años de antigüedad”, afirma Ítalo Borlando.

 

El comienzo del proceso

 

El año 2011 y 2013, un equipo de arqueólogos hizo inspecciones visuales en el área de Pichiquillaipe, vinculadas a estudios de impacto ambiental. “Como resultado se registró un conchal arqueológico, además de restos de estructuras vinculables a corrales de pesca. También se advierte la presencia de un corral de pesca de grandes dimensiones, además de otros tres conchales presentes en la bahía”, señala Borlando.

Basándose en parte de esos documentos, los vecinos del sector elaboraron entonces un informe que fue enviado al Consejo de Monumentos Nacionales, con el fin de postular los sitios Monumento Histórico. La respuesta del Consejo fue que un arqueólogo profesional debía llevar a cabo una inspección en terreno y elaborar un informe sobre las evidencias arqueológicas existentes en el sector.

Entonces, el encargado de Patrimonio de la Municipalidad de Puerto Montt, contactó a Borlando, “sin manejar mas detalles, él me comentó que había una junta de vecinos en un sector rural de la Carretera Austral, y me dijo que necesitaban contactar un arqueólogo para el registro de unos sitios arqueológicos. Me explicó que los vecinos no contaban con los recursos para poder financiar el estudio, pero que llevaban años tratando de proteger los restos arqueológicos del sector. Al conocer la problemática accedí a trabajar de forma gratuita con los vecinos, ya que me pareció una excelente iniciativa que la protección del patrimonio surja por iniciativa propia, desde la misma comunidad. Es así como a fines de 2014 yo empecé a trabajar con la Junta de Vecinos Número 37 de Pichiquillaipe”.

 

Avance, destrucción y declaratoria

 

Fruto de dos inspecciones arqueológicas en terreno, Borlando pudo documentar y sistematizar la información relativa al patrimonio arqueológico existente en el sector de Pichiquillaipe, registrándose tres corrales de pesca de piedra, otras estructuras de piedra posiblemente asociado a éstos, además de cinco conchales, estos últimos muy probablemente de data prehispánica.

El trabajo de la declaratoria iba en franco avance, cuando en junio de 2015 un privado que tenía un cultivo de choros -sin ninguna autorización-, intervino el terreno y destruyó el “Corral de Pesca Pichiquillaipe Nº1”, uno de los corrales más grandes que existen en el área del Seno del Reloncaví. Borlando y los vecinos hicieron la denuncia a la PDI de la ciudad de Puerto Montt, y dieron aviso al Consejo de Monumentos Nacionales y a las autoridades regionales.

En julio de 2015, el Consejo de Monumentos Nacionales, se pronunció respecto a la destrucción del corral señalando que “los antecedentes entregados no permiten definir si el corral corresponde o no a un sitio arqueológico, dado que no se tienen noción de cuándo se dejó de utilizar o su datación exacta”. Dicho esto, solicitó nuevos antecedentes sobre el corral para verificar el carácter arqueológico de éste. Un detalle importante es que los corrales de pesca confeccionados de piedra, no pueden ser datados por los métodos tradicionales de la arqueología. Pese a ello, en el sector de Pichiquillaipe el uso de corrales persiste en la memoria y en el relato oral de los descendientes de antiguos pescadores que utilizaron este método.

Dado que el Consejo había desestimado el carácter arqueológico de los corrales de pesca del área, en septiembre de 2015 la Capitanía de Puerto de Puerto Montt, cursó sólo una multa de $87. 240 por remoción de áridos sin autorización, al privado que destruyó el corral.

El episodio, sin embargo, no mermó los esfuerzos de la comunidad por el rescate de su patrimonio, y éstos junto a Borlando elaboraron un nuevo informe sobre los corrales, apelando al carácter arqueológico de las estructuras. “A comienzos de 2016, el Consejo emitió un oficio que no llegó a ninguno de los involucrados, y ahí solo se reconoce el carácter arqueológico del corral que destruyeron, no de los otros dos que existen en el sector”, relata el arqueólogo.

Decididos a cumplir con su objetivo, la comunidad y Borlando, no detuvo ahí el proceso. Finalmente y tras una serie de trámites, el día 6 Septiembre de 2016 se ingresa una nueva solicitud para reconocer el carácter arqueológico de los corrales de pesca. Durante este proceso se entregaron mayores antecedentes sobre este tipo de estructuras, aportándose con el registro de un total de 38 corrales de pesca entre las islas Maillen y Capera, ubicadas también en el seno de Reloncaví.

Finalmente y después de 7 meses de espera, el día 10 de Abril de 2017, el Consejo  confirmó la calidad de Monumento Nacional protegido por la Ley 17.288, en su categoría  de Monumento Arqueológico a los Corrales de Pesca ubicados en el territorio nacional, extendiendo esta categoría a todos los corrales cuya antigüedad y desuso sea mínimo de 50 años.

Para Borlando, la resolución fue un éxito pues extendió dicha categoría más allá de lo que ellos mismos pedían inicialmente. Tras algunos años documentando e investigando sobre los corrales de la zona, actualmente el arqueólogo se ha dedicado a trabajar con diversos dirigentes sociales del primer tramo de la carretera Austral, en la protección y difusión del patrimonio arqueológico del área.

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