Acercando la arqueología a los niñ@s

El rol de la arqueología como disciplina que educa y difunde información sobre el patrimonio natural y cultural de los territorios, es fundamental para la formación de ciudadanos activos que valoren y protejan este patrimonio.   

Acercarse, conocer y experimentar la arqueología para los niños y niñas de nuestro país es importante, porque los aproxima a la historia de su pasado y su patrimonio, ayudando en su sensibilización y formación como ciudadanos activos desde pequeños. 

El poder de las imágenes 

Los libros ilustrados han sido la herramienta que los arqueólogos Rafael Labarca y Rodrigo Riveros han elegido para llevar a cabo la tarea educativa de la arqueología. Ambos han trabajado con este material, el cual, a través de distintas técnicas, ha permitido entregar nuevos conocimientos sobre el patrimonio de forma atractiva y amena a las futuras generaciones de nuestro país.

“Los mamíferos prehistóricos de Chile que convivieron con el hombre”, “Chile en la Era del Hielo” y “¿Qué comían los animales en la edad de hielo en el Lago Tagua Tagua? Un estudio de dieta a partir de restos fósiles”, son algunos de los libros ilustrados en los que trabajó y colaboró el doctor en arqueología, investigador y académico de la Pontificia Universidad Católica, Rafael Labarca. 

Según el experto, todos estos libros poseen ilustraciones ya que es importante en la entrega de este conocimiento mostrarles a los niños y niñas reconstrucciones visuales de animales, paisajes y ambientes ya no existen, “yo me he preocupado harto de que las ilustraciones tengan rigor científico, a pesar de que sean para niños, una cosa no quita la otra”, explica Labarca. 

Por su parte, el cómic ha sido la estrategia narrativa por la cual el arqueólogo licenciado en Antropología, Rodrigo Riveros, ha difundido la investigación arqueológica a través de sus trabajos: “Descubriendo nuestro pasado o cómo los restos materiales nos hablan sobre nuestros predecesores”, “Chile Arqueológico” y “Las Rutas Milenarias de Tarapacá”.

Sobre el lenguaje del cómic, el autor e ilustrador expone que esta herramienta le permite sintetizar en pocas imágenes contenidos extensos, áridos e incluso poco amigables para los lectores no especializados. “Siento que el cómic tiene una capacidad, una potencia, en términos de divulgación y narrativa, bien importante. Ósea, lo primero, al combinar la ilustración con la palabra, y básicamente secuencias de imágenes, tengo la posibilidad de transmitir una gran cantidad de contenidos, altamente especializados […] Se puede transmitir mucho con muy poco y de forma efectiva”, declara Riveros.

Según Rodrigo, este material no se encierra en un solo rango etario, sino que más bien “va dirigido a niños entre 6 y 99 años. Que no se confunda el hecho de que utilizar el cómic es solo para niños, sino que básicamente es para cualquier persona que tenga el ansia o el interés por conocer más sobre este territorio que llamamos Chile”, afirma el experto.

La responsabilidad de entregar conocimientos

Para Rodrigo Riveros, la motivación de crear estos libros para lectores no especializados en el área se relaciona con la responsabilidad social de la disciplina. 

“En la medida en que nosotros no somos capaces de transmitir nuestro conocimiento al resto de la sociedad, ese gran país o territorio que se llama pasado, es colonizado por otras fuentes que no se basan en la investigación arqueológica, en conocimientos construidos de forma sistemática […] y esas fuentes muchas veces tergiversan relatos de diversas narrativas con fines absolutamente políticos”, explica Riveros y añade que uno de sus grandes incentivos es la “responsabilidad con la sociedad y tratar de visibilizar estas narrativas, estos relatos que van surgiendo de nuestras investigaciones, y obviamente tiene que ser de una forma atractiva”, comenta.

En esta línea, Labarca menciona que para él estos libros son la forma de bajar el conocimiento que muchas veces se queda en publicaciones científicas o en libros técnicos, incluso en otros idiomas, y que son el medio para que “la gente tenga el acceso a ese conocimiento, que también tiene todo un rigor científico detrás”, expone.

Por otro lado, para Riveros este material es una buena instancia para conectar la historia del presente con nuestro pasado, y mostrar que los eventos que suceden hoy “tienen una historicidad, una razón de ser” y que “la historia no está desvinculada del presente”, como afirma. 

“Va por ese lado y también siento que va con lo que uno puede aportar al proceso actual, desde la propia disciplina que uno practica, desde lo que uno sabe”, explica Rodrigo y agrega “lo que uno cuenta no es un relato arbitrario, sino que se basa en trabajos serios, investigación sistemática, tanto arqueológica como también histórica […] no es un conocimiento absoluto como una verdad, sino que es un conocimiento que se va construyendo y que claro, no es antojadizo”.

Arqueología para niños

Según relata Rafael, los niños y niñas pueden aprender muchas cosas a través de la arqueología y la paleontología, como, por ejemplo, sobre el medio ambiente, el cambio climático, el aumento de la temperatura, la extinción de los animales (situación que se da actualmente), entre otros. 

Esto, de la mano con la mayor disposición e interés de los más pequeños para aprender cosas nuevas, es una de las motivaciones de Labarca para crear material para ellos. “Los niños tienen esa capacidad de asombrarse y tienen justamente esas ganas de conocer, esas ganas de la aventura, de lo desconocido, de explorar, de excavar, de desenterrar cosas”, comenta el experto y  agrega que, dentro de los objetivos de sus libros, está “educar sobre el patrimonio natural y cultural de Chile […] creo que dura más en el tiempo y es más fácil quizás enseñarles a los niños desde chicos a cuidar, a conocer su patrimonio, porque después lo van a seguir replicando a lo largo de su vida”.

Para Rodrigo, el objetivo de este trabajo también tiene que ver con acercar a los niños y niñas a la lectura y a otro tipo de conocimientos de una forma más agradable y amena. “Siento que hay ausencia de recursos, o más bien, de material realmente hecho con cariño […] Los niños son muy despiertos, están atentos a todas las cosas, entonces, depende del material que les pases si van a generar amor o rechazo por leer”, explica.

Otro de los objetivos de Riveros, de gran importancia, es la vinculación de los lectores con el espacio geográfico en donde se desarrollan sus relatos, “que los niños puedan empezar a darse cuenta del lugar donde están parados, por ejemplo, en el caso de los niños de Tarapacá, que vean que ese lugar tiene una historia impresionante, es un tema importante”, expone y añade que también es relevante la vinculación con las historias locales, las cuales también forjan el espacio, al igual que las “historias hegemónicas nacionales”, como menciona.

“Entonces, esa desconexión con ese espacio es lo que uno también, y sobre todo para los niños, quisiera tratar de recuperar, y que, efectivamente, exista una conexión a nivel de espacio, de geografía con sentido, de geografía con historia, básicamente”, finaliza Rodrigo. 

Los objetivos de ambos autores tienen el fin común de sensibilizar a los niños y niñas en esta materia, de vincularlos con su patrimonio natural y cultural, y de hacerlos conscientes de la importancia de éstos y de su cuidado. De esta forma, este tipo de materiales son de gran valor para la enseñanza de nuestra cultura y patrimonio en los más pequeños.

Fuentes:

-Entrevista Rafael Labarca – 26 de diciembre de 2021.

-Entrevista Rodrigo Riveros – 23 de diciembre de 2021.

-Guillén Díaz, M. (2015). La infancia como público activo de la Arqueología. Universidad Complutense de Madrid. Arqueoweb: Revista sobre Arqueología en Internet, ISSN-e 1139-9201, Vol. 16, Nº. 1, 2015. (https://webs.ucm.es/info/arqueoweb/pdf/16/11Guillen.pdf).

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