Con una vasta trayectoria en investigación y docencia, la arqueóloga Victoria Castro, Profesora Emérita y Titular de la U. de Chile y académica de la Universidad Alberto Hurtado, entrega en la siguiente entrevista su visión sobre el desarrollo que ha tenido la disciplina en nuestro país, la urgente necesidad de ahondar en el conocimiento de los pueblos originarios, la falta de políticas públicas vinculadas al patrimonio y la cultura, y el Premio Nacional, al que ha sido nominada en dos oportunidades sin éxito. “Para mí poder acceder a ese premio es un reconocimiento, algo de justicia en términos de trayectoria”, dice.
Comenzó estudiando Filosofía en la Universidad de Chile, y pronto sus intereses la llevaron al Departamento de Historia donde tuvo sus primeros acercamientos a la arqueología, tomando ahí algunos cursos sobre la disciplina. En adelante, y ya con estudios en filosofía, historia y arqueología, Victoria Castro -licenciada en Filosofía, con Mención en Prehistoria y Arqueología, magister en Ciencias Históricas, Mención Etnohistoria, y arqueóloga y Licenciada en Prehistoria en la Universidad de Chile-, ha hecho una destacada carrera en la que ha ido vinculando la arqueología, la etnohistoria, la etnografía etnobotánica, la etnozoología y la lingüística.
“En este momento la situación de globalización provoca cambios mucho más fuertes y rápidos que en tiempos anteriores, por eso hoy la etnoarqueología es urgente”, advierte Castro refiriéndose a una de las áreas que ha sido clave en su carrera, y mencionando los casos de grupos que fueron cazadores recolectores hasta los años ’80 y que se han visto prácticamente liquidados por las transnacionales y otras empresas. “Hoy vemos que han ido ocupando sus territorios y la gente no sabe otra cosa que hacer que ser cazador recolector. Entonces, hay una urgencia a nivel mundial por la etnoarqueología”, señala la académica.
-¿Y cuál sería el aporte de la etnoarqueología en este contexto?
En la medida en que los pueblos sean sometidos a la globalización y no se reconozca que en la diversidad reside la riqueza, se van perdiendo sus diferentes formas de ver el mundo. Los pueblos originarios tienen una fuerte unión con la naturaleza, viven en la naturaleza y ésta está viva para ellos. Hay una visión animista de la naturaleza en los pueblos originarios que es muy distinta a lo que la cultura occidental ve en ella. Esa percepción del mundo es única y deriva de los pueblos originarios ancestrales, y para entender arqueológicamente esos pueblos, qué mejor que el ejemplo de sus descendientes.
-En ese sentido, ¿cuál es hoy el aporte que hacen a la sociedad actual las visiones que entregan estos grupos originarios y sus historias?
Vivimos en un mundo que realmente no respeta nada, que destruye todo lo que está a su paso, una sociedad absolutamente consumista. En ese sentido, uno ve que en los pueblos originarios hay una forma de ver el mundo y estar en el mundo tan distinta, porque no tienen afanes de consumismo, no tienen afanes de destrucción la naturaleza, todo lo contrario, ellos cuidan su territorio. Entonces, tienen una armonía en sus actividades tradicionales como el pastoreo, la agricultura, etc., y todo eso lo hace muy distinto a un mundo globalizado donde la sociedad de consumo es la que reina.
-Respecto a la disciplina, usted tiene una larga trayectoria, ¿cuál es su mirada global de la arqueología que se hace hoy en Chile?
Yo creo que la disciplina de nosotros está por decirlo de algún modo “de pantalón largo”. Aquí en Chile hay un muy buen desarrollo de la arqueología, han pasado las distintas escuelas que a nivel mundial se han desarrollado, hay una diversidad de colegas con especializaciones diferentes, es una disciplina que está en muy buen pie, y no solamente en la academia, sino también hay gente seria está haciendo estudios de impacto, que se supone que se cita como una hermana pobre de la arqueología, pero no es así. El estudio de impacto es tan serio como el estudio académico, sencillamente es otra forma de hacer el trabajo, debido a urgencia que tiene a veces el mundo del desarrollo. Pero aquí la disciplina está muy bien.
-Y en el ámbito local, ¿es reconocido el arqueólogo como académico, como investigador y cientista social?
En el ámbito de las ciencias sociales es muy bien reconocido en términos de tener una posibilidad de ganar proyectos concursables y tener alguna autonomía para investigar. En el ámbito universitario también, incluso se han creado carreras nuevas de arqueología porque hay esta demanda por los estudios de impacto. Pero desde el punto de vista de un reconocimiento más oficial, no es tan así. Por ejemplo, existe el Premio Nacional de Historia pero no hay en el comité del Premio Nacional de Historia, nadie que represente a la Sociedad Chilena de Arqueología, que es una sociedad científica. Sin embargo, sí hay quien representa ahí a los historiadores, entonces, para un arqueólogo es muy difícil llegar a sacarse el Premio Nacional de Historia porque no tiene defensa en el comité.
-Usted ha sido en dos oportunidades postulada por sus colegas para el Premio Nacional de Historia, ¿qué significaría para usted poder acceder al premio?
Para mí poder acceder al Premio Nacional es un reconocimiento, algo de justicia en términos de trayectoria, y también es súper importante desde el punto de vista de género. Además sería relevante desde el punto de vista de las generaciones posteriores a mí, porque como yo le he hecho clases a tanta gente creo que ese premio es de todos más que mío, y en ese sentido sí es importante.
-Respecto al tema de género, ¿cómo ha vivido usted en su disciplina el hecho de ser mujer?
Creo que no hay tanta disparidad en nuestra disciplina, las mujeres son tan fuertes como los hombres y defienden su postura luciéndose. Las mujeres arqueólogas son bastante excepcionales. Ahora, la sociedad misma en su conjunto es machista y puede haber situaciones por ahí, pero desde la perspectiva de género como capacidad y todo eso, las mujeres son muy destacadas.
-Sobre la protección que ha tenido el Estado respecto al patrimonio arqueológico del país, ¿cuál es su evaluación en relación al rol que ha ejercido en este ámbito?
Chile es un país en el que la cultura vale casi nada. Se le otorgan muy pocos recursos a todo lo que es Monumento Nacional, a todo lo que es patrimonial, y en ese sentido faltan recursos, falta personal, basta que se declare algo patrimonio y ya es destruido, saqueado, etc. Y también hay falencias desde el punto de vista de dejar la manga ancha a las empresas que borran el patrimonio. Creo que sigue existiendo una brecha tremenda entre lo que puede pedir el país y lo que piden los empresarios. Todos los gobiernos han estado proclives a lo que quieren los empresarios más que a lo que quiere la gente común.