Actualmente, nuestro país y el mundo enfrentan el COVID-19, virus que ha tenido una explosiva propagación y alta tasa de mortalidad. Pero esta no es la primera pandemia que enfrentamos, en la historia de Chile ha habido múltiples casos de propagación de enfermedades, las cuales, en conjunto con otros factores, han ido marcando el desarrollo del área de la salud en nuestro país.
La ciencia de la arqueología ha sido una herramienta importante en la investigación del contexto, la causa, el desarrollo y los resultados de las enfermedades que han azotado anteriormente a Chile, como también así, ha sido una herramienta para visibilizar cómo el área de la salud se ha desarrollado en la historia de nuestro país, desde los inicios de la conquista.
La arqueóloga Javiera Letelier realiza una investigación sobre la evolución material de los espacios de salud mental, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Sobre esta temática, la experta afirma “la arqueología es una herramienta que permite desde la materialidad, comprender el desarrollo de las estrategias sociales y materiales en torno a la salud y enfermedad […] esto, porque la arqueología como trata con materialidad, utiliza documentación histórica de carácter no intencional y, por lo tanto, cumple un rol crítico con respecto a lo que la documentación escrita puede decir”. La investigadora explica que a través de su trabajo arqueológico, en base a documentos históricos, ha sido interesante ver “cómo se introduce el discurso de la ciencia y su rol en el desarrollo de la higiene y de las medidas de higiene públicas que se observan a partir del diseño urbano de ciudades como Santiago y Valparaíso a fines del siglo XIX y XX, con medidas como el desarrollo de los alcantarillados, la pavimentación de calles y el desarrollo de barrios higiénicos vinculados a la prácticas hospitalarias”.
Como Letelier, hay muchos arqueólogos y arqueólogas que han llevado a cabo investigaciones, tanto documentales como en terreno, sobre lugares u objetos relacionados con la salud en Chile, las cuales han aportado información relevante sobre el desarrollo de esta área en la historia de nuestro país.
Hospital San Juan de Dios Chillán
El rescate arqueológico del Hospital San Juan de Dios, que comenzó en el año 2019 y sigue hasta la fecha, ha sido uno de los trabajos que ha entregado importantes datos sobre esta temática. Francesca Mengozzi es la arqueóloga responsable del rescate y monitoreo del hospital. Según relata Mengozzi, este hospital fue construido en el siglo XVIII, por la necesidad de tener un centro asistencial dentro de la ciudad.
“El decreto de construcción se firma el 22 de febrero de 1791, quedando bajo la tutela de la orden hospitalaria de San Juan de Dios, la que se mantendrá hasta 1867, cuando es reemplazada por las Hermanas de la Caridad y la Junta de Beneficencia.
Desde ahí, el hospital cambió de administración, pasando en las últimas décadas a estar bajo la tutela del Servicio de Salud de Ñuble”, explica la arqueóloga. Desde su construcción, el centro asistencial sufrió una serie de destrucciones producto de terremotos, especialmente los de 1835 y 1939. Éste último fue el que terminó destruyendo por completo la institución, lo que hizo necesaria la construcción del Hospital Clínico Herminda Martín en su reemplazo, mientras que en el espacio del antiguo recinto se construyeron pabellones de madera que sirvieron como hospital de emergencia, según la información entregada por la investigadora. Sobre la relevancia del rescate arqueológico del hospital San Juan de Dios, la experta afirma “en estos trabajos participaron varios equipos de profesionales, que lograron dar no solo con materiales históricos, sino que con las fundaciones del hospital”, explica Mengozzi y agrega “debe ser uno de los sitios históricos más grandes de la Región de Ñuble, por lo cual su valor patrimonial pasa por lo histórico, arqueológico y arquitectónico”.
Para la arqueóloga, el factor más interesante de esta investigación fue haber podido revitalizar la historia urbana de Chillán a través de su centro hospitalario, que fue construido en el contexto histórico de las Reformas Borbónicas, las cuales implementaron una serie de reformas urbanas a las ciudades españolas en Europa y América, y que tuvieron como aspecto primordial el desarrollo de la sanidad e higiene de las urbes, a través de la construcción de cementerios fuera de las radios urbanos, construcción de hospitales y alcantarillados públicos.
“En el caso del hospital de Chillán, vemos entonces una de las primeras manifestaciones tangibles de esa política, la cual no sólo se concentró en las ciudades principales como Santiago o Concepción, sino que también en los centros urbanos más pequeños. De hecho, en el hospital no solo hemos encontrado los cimientos de los recintos hospitalarios y los materiales que allí se usaban, sino que también una gran red de alcantarillados virtualmente intacta”, relata Mengozzi. Otra información importante obtenida de la investigación del hospital, fue el tránsito de las distintas etapas de la administración de la salud en Chile, la cual estuvo a cargo de la corona española durante la época colonial, la que, como afirma la investigadora, entregó el monopolio de la salud a la Iglesia Católica.
“Posteriormente podemos ver cómo se produce esta separación, la cual tiene sus antecedentes en el gobierno de O’Higgins y luego a fines del siglo XIX con la promulgación de las leyes laicas, para concretarse del todo a inicios del siglo XX con la creación del primer Código Sanitario y el posterior Ministerio de Higiene, Asistencia y Prevención Social, que es el antecedente del actual Ministerio de Salud”, explica la experta. Un último aspecto relevante de esta construcción para Mengozzi, fue la gran cantidad de recursos que se ocuparon en el antiguo hospital, el cual se instaló en los mismos metros cuadrados en donde se está construyendo el nuevo Hospital Regional de Ñuble, a pesar de que la población de Chillán debió ser menor en esos años. “Dentro del hospital existían distintas áreas con diversos propósitos, lo cual nos habla de una organización centralizada para ir atendiendo las necesidades de la población”, afirma la arqueóloga y agrega que este hecho, deja ver que existía una política sanitaria enfocada en atender de manera óptima estas necesidades.
Cementerio de Coléricos de Renca
Mientras se realizaban trabajos para la construcción del Proyecto Autopista Costanera Norte en el año 2003, se encontró el Cementerio de Coléricos de Renca, el cual fue construido para enterrar a las personas que murieron debido a la epidemia del cólera que afectó a Chile entre 1886 -1888, con aproximadamente 24.000 fallecidos en el país.
Como explica el arqueólogo Iván Cáceres, quien fue el investigador responsable del rescate arqueológico del cementerio, éste se construyó en 1887 en el borde sur del río Mapocho, en lo que actualmente corresponde a la comuna de Renca, “pero que en aquellos años era parte del área agrícola donde confluía población migrante y pobre, que trabajaba en chacras y fundos del lugar”, afirma el experto. Según el arqueólogo, fueron aproximadamente 60 los cuerpos que se rescataron del cementerio, “sólo se excavó lo que fue expuesto por la maquinaria de la empresa constructora, por lo que gran parte del llamado “Cementerio de Coléricos” permanece en la ribera sur del río Mapocho y bajo el Parque de Los Reyes, aguas abajo del Puente Bulnes”, declara Cáceres. Para el investigador, lo interesante de este descubrimiento fue que anteriormente sólo se conocían antecedentes documentales del cementerio de los años 1923 y 1935, en planos que lo denominaban “Cementerio de Coléricos”.
Pero con esta excavación arqueológica, pudieron ver los aspectos técnicos de su estructura, la disposición de los cuerpos de los fallecidos contagiados y algunas de sus características bioantropológicas. Además, pudieron descubrir la utilización de cal como desinfectante en las fosas y la falta de ataúdes.
Dentro de la información importante obtenida del rescate e investigación del cementerio, Cáceres afirma que esta construcción correspondió a una acción sanitaria urgente del gobierno de José Manuel Balmaceda, “con la finalidad de acotar la expansión de la epidemia, que no consideró la incineración de los cuerpos.
La idea era aislar el foco de fallecidos inhumándolos en un sector específico (alejado del centro urbano) y no en el Cementerio General”, relata el experto. Por otro lado, el arqueólogo expone sobre lo sucedido durante la expansión de esta enfermedad, que “al igual que hoy, los fallecidos por la epidemia del cólera fueron aislados y enterrados sin un funeral familiar”. Además, el investigador explica que a partir de la epidemia del cólera, la cual fue transmitida por la falta de servicios sanitarios en Santiago y el país, se aceleró la construcción de un sistema sanitario en gran parte de Chile, “aunque cabe señalar que ello aún no está terminado, pues muchas localidades aún hoy no cuentan con estos servicios básicos”, declara.
Dentro de las conclusiones que esta investigación arqueológica pudo aportar a la historia del área de la salud de nuestro país, Cáceres expone las consecuencia causadas por la desigualdad durante los períodos de pandemia, “al igual que hoy con el Covid-19, se pudo concluir que los núcleos poblacionales más desposeídos y migrantes instalados en las orillas del Mapocho y en los espacios rurales inmediatos al centro cívico, fueron los más afectados por la epidemia de cólera, llegando a plantearse que los núcleos agrícolas habrían sido los focos de propagación de la enfermedad, que es lo mismo que hoy se plantea respecto de las poblaciones hacinadas en los sectores sur, norte y sur poniente de Santiago y en el resto del país”, explica el arqueólogo.
Lazareto del Salvador
En el año 2017, durante excavaciones en el sitio arqueológico Salvador 1, se descubrieron cimientos históricos correspondientes al antiguo Lazareto del Salvador.
La responsable del rescate arqueológico de éste, Laura Olguín, relata que se encontraron muros de piedra construidos durante la segunda mitad del siglo XIX (1872-1879), los cuales revelarían antiguas construcciones relacionadas con los inicios del hospital, cuando éste funcionaba como “lazareto”. Como explica Olguín, los lazaretos correspondían en aquella época a estaciones sanitarias momentáneas, para la atención de enfermos infecciosos, y también eran utilizados para atender de forma ambulatoria y de urgencia. El lazareto encontrado, según la información entregada por la arqueóloga, contó con al menos 5 salas, las cuales tenían problemas estructurales graves en su construcción, debido a la mala calidad de los materiales. Tras una serie de temporales que dañaron su estructura, éste debió ser demolido en 1887 y dos años después se comenzó a construir el Hospital del Salvador. La investigadora, expone que este lazareto se construyó en un contexto en donde los establecimientos hospitalarios eran precarios y las enfermedades infecciosas tenían gran propagación. Debido a esto, en 1870, el Estado de Chile inició un proyecto de construcción de hospitales, entre los cuales estaba el Hospital del Salvador, para enfrentar los graves problemas de salud a lo largo del país. “Bajo el marco de la corriente de pensamiento higienista -que consideraba que el desarrollo de las enfermedades se relaciona fuertemente con el entorno ambiental y social- a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se inicia la nueva arquitectura hospitalaria en Chile”, explica la experta y agrega que, no obstante, frente a los constantes brotes de viruela, los que provocaron una alta mortalidad y una gran demanda de camas, en 1872 el Estado ordenó la construcción del lazareto en el terreno que se iba a emplazar el Hospital del Salvador, para poder contener a los contagiados.
Dentro de la relevancia del hallazgo del antiguo Lazareto del Salvador, en relación al desarrollo de la salud en el país, la arqueóloga afirma que éste les ha permitido conocer la evolución de la arquitectura hospitalaria en Chile, en relación a las técnicas y materiales constructivos, “y además, poder entender dichas evidencias bajo el contexto social que vivía Chile durante la transición de un modo de vida “colonial” a uno más “urbano”, a partir de la segunda mitad del siglo XIX”, declara Olguín. “Es así que el correlato entre lo material -excavado por la arqueología- y lo social -que nos entrega la documentación histórica […]- resulta ser un hallazgo realmente alucinante, otorgándole un sentido y marco interpretativo a nuestras inferencias, que contribuyen al conocimiento sobre la arquitectura hospitalaria, y en general, sobre historia de la salud en el país, la cual se erigió bajo el modelo higienista europeo, particularmente el francés, cuyo eje vertebral de las instalaciones serían los pabellones hospitalarios separados en pequeños recintos para una ventilación más adecuada de los espacios”, expone la investigadora.
Además, la arqueóloga afirma que el componente histórico del sitio Salvador 1, aporta a la comprensión del escenario social, político y económico en donde se desarrolló la construcción del hospital, “cuya historia forma parte de un contexto histórico alucinante, relacionado con la transformación del Santiago Colonial al Santiago Urbano y la incorporación de políticas públicas sobre salud e higiene, donde el Hospital del Salvador se constituyó como un importante centro de salud hasta el día de hoy”, relata Olguín.
“A través de los hallazgos del lazareto descubiertos en el sitio, junto al apoyo de la documentación histórica, nos damos cuenta de que el presente actual de la salud en Chile, en el contexto de la pandemia que estamos viviendo, se ha construido sobre la base del pasado hospitalario de nuestro país. Esto ya ocurrió antes. Chile y sus hospitales ya experimentaron contextos de enfermedades y pandemias. Los antiguos lazaretos del siglo XIX son las residencias u hoteles sanitarios de hoy, no obstante, la diferencia radica en que las condiciones políticas con las cuales se comenzó a desarrollar la salud en Chile a partir de la década del ’30, distan mucho de aquellas políticas de bienestar y espíritu higienista con las que se gestó la historia de la salud en nuestro país”, declara la investigadora.
Fotos rescate lazareto. Fuente Laura Olguín.