Durante muchos años la historia de la población afrodescendiente en Chile fue omitida, negando la multiculturalidad que la colonia trajo consigo a nuestro territorio. Hoy, la arqueología ha sido una herramienta para develar la existencia de esta cultura, a través de investigaciones y pruebas concretas.
En 2017, un grupo de estudiantes de antropología de la Universidad de Concepción, a cargo del arqueólogo Pedro Andrade, investigaron los restos óseos de un cementerio encontrado en la zona urbana de Concepción, donde, entre los siglos XVII y XIX, se estableció la Misión San José de la Mocha, bajo la tutela de los jesuitas. Allí, entre otras cosas, investigaron la morfología de los dientes descubiertos, con el fin de encontrar huellas de los procesos de mestizaje, para ver la diversidad poblacional de la época.
Según la información entregada por el profesor a cargo, Pedro Andrade, en esa ocasión encontraron dientes de diferentes etnias, un gran número de piezas mapuche y otras de mestizos y españoles, lo que estaba dentro de la normalidad de lo que se esperaba de la muestra. No obstante, hubo un tipo diferente de dientes que no calzaba con los anteriores, y que luego de analizar, se dieron cuenta de que eran de sujetos africanos, específicamente del África subsahariana.
“Ahí empezamos un poco a investigar de este tema y no dimos cuenta de que, en arqueología, en bioarqueología, si bien habían estudios hechos sobre poblaciones coloniales en Chile a partir de restos esqueletales, no existía un trabajo que identificara con evidencia tangible, evidencia física, me refiero anatómica, la presencia de afrodescendientes”, explica Andrade.
Pedro relata que existen distintos registros parroquiales donde se nombran afrodescendientes, pero que en este caso serían los primeros afrodescendientes que se han encontrado y se han logrado identificar en contextos arqueológicos como tal.
“Obviamente nosotros muchas veces nos vemos limitados por la muestra, pero yo creo que tenemos que poner ojo ahí, muchas veces lo que no podemos ver desde el punto de vista artefactual, si lo podemos ver desde el punto de vista esqueletal, ya que al trabajar con los esqueletos de estos cementerios tú estás viendo al actor social mismo y muchas veces el actor social te puede contar más de esa historia a través de su cuerpo que a través de sus cosas, que fue lo que nos pasó en este cementerio histórico”, afirma el investigador a cargo.
Según el arqueólogo, la presencia de afrodescendientes no fue acotada, sino constante, permanente y dispersa en el territorio. “Es innegable, la presencia afrodescendiente en Chile es un hecho concreto, y es un hecho que no solamente está puesto en los trabajos de historia, que ya es algo súper valioso, sino que también los estamos empezando a encontrar nítidamente en el registro arqueológico, y eso yo creo que es tremendamente relevante, de que exista la posibilidad de que nosotros podamos identificar afrodescendientes a través de sus esqueletos […] porque en el fondo, insisto, es una evidencia tangible, es una evidencia física que tú puedes contrastar […] y no se puede negar, finalmente”, declara.
Llegada de afrodescendientes a Chile
Andrade expone que los afrodescendientes llegaron a Chile acompañando a los primeros conquistadores en el siglo XVI, “al igual que lo que ocurrió en gran parte de américa”, explica y agrega que en primera instancia entraron al territorio como servidores y luego comenzaron a establecerse rutas formales, a través de Lima y Buenos Aires, por donde accedían.
La gran mayoría de los esclavos en el país eran sirvientes domésticos, damas de compañía, entre otros, según relata el investigador. “Los jesuitas tenían una cantidad de esclavos africanos enormes, porque, así como los jesuitas estaban en contra de la esclavitud de los indígenas, no estaban en contra de la esclavitud de los afro”, declara y añade de que en esa época existía la idea de que los esclavos eran un bien de prestigio.
Por otro lado, el arqueólogo expone que el esclavismo que hubo en Chile, no es el mismo tipo de esclavismo que existió en Estados Unidos y que hubo varios afrodescendientes que llegaron como hombres libres al país.
Luego de la abolición de la esclavitud, muchos se fueron del territorio y los que se quedaron “se mezclaron en matrimonios exogámicos con mapuche. Muchos afrodescendientes eligieron no casarse con afrodescendientes, sino que casarse con mapuches para que su descendencia no pasara por las situaciones de racismo que ellos habían enfrentado, de discriminación”, explica Pedro y agrega que debido a esto se fue perdiendo el fenotipo, razón por la cual la población afrodescendiente no es evidentemente visible hoy día.
Blanqueamiento de la historia
Para Andrade, la invisibilización de los afrodescendientes en Chile tiene que ver con un proceso que ocurrió en distintas partes de América y no solamente en nuestro país, que es definido por los historiadores como blanqueamiento de la historia. “Es un proceso que ocurre en el siglo XIX, cuando empiezan los procesos nacionales de las repúblicas a tratar de construir su propia historia y en el fondo, los historiadores de esas épocas, los que formaban parte de las élites, no les interesaba ser reconocidos como pueblos donde hubiese una nación muy diversa”, afirma.
El arqueólogo señala que, si bien hay libros clásicos de la presencia afrodescendiente en Chile de mitad del siglo XX, es recién a partir de los últimos diez años donde los historiadores se han puesto a investigar este tema más en profundidad, “y se han dado cuenta de que hay toda una historia oculta ahí”.
“Podemos discutir si efectivamente había un gran número, que probablemente no lo hubo, pero hubo presencia”, declara el investigador y agrega que en Concepción vivían alrededor de 2.000 personas afrodescendientes según el censo de 1813.
Lo que se trató de construir como historia, según explica Pedro, fue que la identidad chilena estaba creada por la mezcla de dos grupos: los mapuche, que se destacaban por su bravura, y el español, quien había traído la civilización. Y el resto de la diversidad indígena que existía en Chile se omitió.
“En el fondo, está esa idea de que acá nunca hubo diversidad, de que el pueblo chileno es uno solo, y esa exacerbación en contra de los afro encuentra otro punto de quiebre, por llamarlo así, otro punto culmine, después de la guerra del pacifico”, expone Andrade e indica que durante ese período en Perú existía una población afrodescendiente mayor que la que había en Chile, y es ahí donde empieza la idea del “otro” como “negro”.
Rol de la arqueología en la resignificación identitaria
Para el arqueólogo, este descubrimiento y la investigación que se ha llevada a cabo posteriormente, ha sido muy importante y valiosa, ya que para él ha permitido abrir y cuestionar el trabajo de la bioarqueología en contextos coloniales, el cual, como explica, puede ser muchas veces homogeneizante, ya que engloba a todo el “bajo pueblo” en un solo grupo a pesar de haber sido muy diverso. “Por lo tanto, yo creo que en el fondo la idea de esto es tratar de, así como los historiadores han tratado de construir una historia desde abajo, nosotros también tenemos esa responsabilidad de ayudar […] a este proceso de visibilización de grupos marginales, que muchas veces no quedan presentes en el registro arqueológico”, afirma.
Pedro cree que el hecho de que se haya empezado a investigar y visibilizar este tema hace algunos años, “tiene que ver con un tema de empezar a cuestionarse la historia oficial […] con un tema de empezar a cambiar la visión de la historia y empezar a darle espacio dentro de la historiografía nacional a grupos que tradicionalmente han sido dejados de lado y marginalizados. Yo creo que tiene que ver con una construcción social de la historia también”, declara.
“Yo creo que (la arqueología) es una herramienta, que mientras nosotros como arqueólogos y como cientistas sociales nos preocupemos de ocuparla para contar esta historia, y que yo creo que esa es nuestra responsabilidad, tiene un potencial enorme, porque una de las cosas más importantes que me pasa con esto de los afro en arqueología es cuestionarme procesos y cuestionarme líneas de investigación”, expone Andrade.
Asimismo, él agrega “una arqueología que no es social y que no es crítica con su construcción propia, no tiene sentido en el mundo en que estamos, ósea una arqueología que no dialoga con la comunidad en la cual está inserta, está destinada al fracaso absoluto, según mi perspectiva”.
En esta línea, Pedro menciona la frase del arqueólogo peruano, Luis Lumbrera, “si a mí la arqueología no me sirve para entender lo que pasa hoy en mi país, no sirve para nada”, y la asocia con el tema de los afrodescendientes, “muchas veces lo que hemos visto, a partir de la migración que se ha dado en los últimos años, ha sido un despertar de un racismo importante en ciertas secciones de nuestra sociedad, yo creo que a lo mejor esos procesos de racismo que vemos […] no serían tan así, si la construcción de nuestra historia nacional hubiera sido más diversa”, analiza.
“Nuestra vida independiente pasa por un grupo de afrodescendientes que peleó por la independencia de Chile. Entonces si nosotros hubiésemos conocido eso, y fuese de conocimiento general, a lo mejor no viviríamos los procesos de racismo o de xenofobia […] por la idea de que acá en Chile nunca hubo negros y no son como nosotros. Entonces nosotros podemos romper esa inercia o ese círculo”, declara el arqueólogo.
Por último, señala que existen movimientos fuertes de afrodescendientes en Arica y que esto “tiene que ver con el tema de su reconocimiento como etnia y como pueblo originario, y yo creo que en el fondo eso es un fenómeno súper importante, que yo creo que es una visión súper potente de cómo se puede revitalizar una identidad cultural que ha estado ahí latente”, finaliza Andrade.
Fuentes:
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0717-73562020000100057&script=sci_arttext
Entrevista Pedro Andrade, arqueólogo.